Los octavos de final del mundial de Sudáfrica ya comenzaron. La selección Argentina le ganó 3-1 a su par mexicano. Con un buen primer tiempo y una floja segunda parte.
Gooool. ¿No?, ¿Sí?, ¿No? Sí, gol. El primero, el que da el alivio. El que pone tranquilidad a ese cuerpo técnico tan eufórico. El que le da la tranquilidad a un equipo que hasta el momento no podía con un equipo mexicano que se plantó bien. Que supo aprovechar las bandas, supo aprovechar que la Argentina no tenía volantes por los costados. Y que su mediocampista estaba amonestado, lo cual condicionó su partido.
Ese gol que todo un pueblo gritó, pegó el grito en el cielo. Donde la gente se abrazaba. En su casa, en un bar, en la plaza San Martín, en el club. En todos lados se paró, durante dos horas, para ver el partido. Para ver como la selección albiceleste le ganaba al conjunto dirigido por Aguirre por 3-1.
Ese gol marcado por Tevez, en claro offside, fue la clave para que Argentina se lleve la victoria. Después del tanto marcado los dirigidos por Maradona se serenaron con la pelota, empezaron a tratarla como lo habían hecho durante la fase de grupos. Del otro lado, ira, furia, desazón, tristeza. Habían planteado un partido parejo e inteligente. Pero el grosero fallo del asistente italiano hizo que todo el castillo se le venga abajo. A partir de ahí, con la urgencia de empatar para que los rivales no se pongan cómodos y no puedan desplegar su fútbol, y además de la furia por el cobro del gol, provocó que el partido sea de ida y vuelta y bastante brusco.
Los errores defensivos mexicanos se hicieron ver, en el momento justo, cuando la Argentina había perdido precisión y peligraba la victoria parcial. Le dejaron la pelota servida a Higuaín. Gran error. Luego de hacer una de “papi futbol”, pisando la pelota ante la salida del arquero, Pipita definió con el arco libre. Festejo en Johannesburgo, en Madrid y en Buenos Aires. 2-0 y se terminaba el primer tiempo.
Todo hacía prever que la selección del "diez" tendría la pelota y jugaría con el nerviosismo del rival. Pero la realidad fue otra. México salió a quemar las naves. Todo por el todo. Como si recién hubiese empezado el partido. Tuvo posesión y presencia. La Argentina se vio avasallada, atrincherada, sin saber como, por donde, cuando, y de qué manera salir del asedio rival. Pero esta selección tiene eso. Se siente tan cómoda jugando con la pelota, como que el esférico lo tenga el rival y tenga que salir de contra. Entonces nada estaba dicho. Podría venir el descuento mexicano o la definición argentina. Y eso pareció ocurrir. Otra vez él. El Apache. Él, que tanto dio pero nunca se le abría el arco. Esta vez fue por duplicado. El segundo, una obra de arte. Un derechazo inalcanzable. Imposible para Oscar Pérez. 3-0. Todo parecía terminado.
Pero nada de esto ocurrió. México siguió atacando. Con ese amor propio. Para conseguir, por lo menos el gol del honor. O ese tanto que les de confianza y puedan realizar una actuación histórica. Solamente pudieron hacer lo primero. Un gol. Un golazo. Solo sirvió para la estadística. Pero en la cancha parecía que México estaba ganando el encuentro. Atacaba y atacaba. Quizá esperando un error rival. Un rebote que les pueda dejar a tiro del encuentro. Por más empuje, garra, desfachatez, no pudieron lograrlo.
El conjunto dirigido por “el vasco” se fue del mundial. Con la cabeza en alto. Sabiendo que dejaron todo en el terreno de juego. Pero que ese primer gol los condicionó para todo el encuentro.
Ahora, Argentina se medirá con Alemania, como en el 2006. Esperando que la historia no se repita. El equipo teutón superó a Inglaterra por 4-1. Jugando ese juego vistoso del primer partido pero con más cautela. Si bien hay que decir que al equipo de Capello no le cobraron un gol válido. La pelota ingresó un metro dentro del arco alemán. El juez de línea no lo vio así. Claro gol de Lampard. Quizá es la venganza del tan famoso “gol fantasma” de Inglaterra ’66. Lo cierto es que Alemania mostró buen juego, pero también falencias. Inglaterra pasó de estar 0-2 a estar casi 2-2 en 5 minutos. Lo que indicaba que el encuentro sería parejo.
La segunda mitad fue dominio germano. Si bien fue un partido donde ambos tuvieron las chances. Los de Joachim Low supieron aprovechar su momento. Y encontraron en Thomas Muller un goleador salvador.
Así la misma llave de cuartos de final del mundial de Alemania 2006 se repite en Sudáfrica. Los argentinos esperando que con otro final. Los alemanes, esperando que alguien saque de la galera, un papelito.
Este es un blog en donde se hablará de todos los deportes. No me enfocaré solamente en el fútbol. Espero que lo disfruten.
domingo, 27 de junio de 2010
Hay que ser un poco más picantes
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¡Bien ahí, Chapu! Es bueno esto de que tengas un blog y escribas diversas notas, así resolvés más fácil los TP del Circo. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarNo me hace falta firmar, ya sabés quién soy, jeje.
Excelente nota Chapu!
ResponderEliminarUn abrazo!
Seguí así!