sábado, 10 de julio de 2010

Celeste pasión



Uruguay perdió con Alemania por 3-2 y de esta manera quedó cuarto en la Copa del Mundo. Su rival, tercero.



La hazaña no llegó. El último disparo de Forlán que dio en el travesaño terminó con las esperanzas de los jugadores y de los hinchas uruguayos y de todos los sudamericanos que querían ver un país tan chico geográficamente pero grande en la historia del fútbol poder terminar terceros. Los alemanes, en cambio, festejaban.
No se dio la hazaña de llegar al tiempo extra y de poder llegar a esos benditos penales. Y quién dice, de conseguir el empate agónico no le daba más fuerzas para llevarse la victoria en el suplementario.

Es verdad que no lograron el tercer puesto, pero nadie puede recriminar a estos hombres, que dejaron la vida en la cancha en cada partido. Desde el primer encuentro, cuando se encontró, por cosas del azar, en el “grupo de la muerte” y que tan bien lo supo ganar siendo puntero cómodo.

Después a medida que llegaban los demás rivales los fueron superando con buen juego, corazón, garra, con lo que podían y también con un poco de suerte. Hasta que llegó el infortunio. Contra Holanda en las semis, fueron muy superados pero eso no permitió que demostraran que ellos habían llegado hasta esa instancia por propia convicción.

Enfrente estaba la misma selección que vapuleó a otro sudamericano, Argentina. Pero que después fue ampliamente dominado ante un equipo que es el principal candidato, España.

Por eso que el partido fue dinámico desde el comienzo. Un encuentro de ida y vuelta. Donde los uruguayos querían cerrar un excelente mundial y los alemanes querían terminar lo mejor posible.

El gol tempranero de Müller, después de un rebote de Muslera, y la rápida reacción de Uruguay para empatar hizo que la pelota no tenga un dueño, que vaya de área a área. Los errores fueron claves para que haya situaciones para ambos.



En el segundo tiempo, los charrúas se pusieron al frente y todo hacía prever que ahí no terminaría el encuentro. Dicho y hecho. Un error del arquero celeste, salió mal a cortar un centro, ocasionó el empate alemán.

Siguió el mismo juego, rápido, con imprecisiones, y después de un rebote en el área Khedira embocó un cabezazo en el ángulo y así sentenció el partido.
Aunque hasta el último minuto no se terminó. Si el tiro libre de Forlán era gol, otra historia se estaría escribiendo. Pero el final ya estaba escrito. Uruguay terminó cuarto y los germanos terceros.

Estos hombres, ya tienen sus nombres en la gloria de la historia uruguaya. En los palmares y en la retina de todos los hombres rioplatenses.

El recibimiento, seguro, será una fiesta. Merecido lo tienen.


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